Evocado por el recuerdo, el
curso de nuestra propia existencia
se percibe como
un modo de
realizarnos en el tiempo.
El curso de la vida humana no es sólo un simple desarrollo. La estructuración de nuestra vida, que se forma a través del tiempo, es el resultado de diferentes ritmos y etapas vitales que suponen cambios fundamentales. Estos cambios, necesarios para nuestra evolución personal, tanto física como psicológica, a menudo cursan como crisis que pueden generar desórdenes y estrés que se manifiestan en distintas áreas de nuestra vida mental o de nuestro cuerpo.
Las crisis, si bien pueden ser molestas, conllevan siempre en sí mismas el germen de una nueva oportunidad. Aprender a conocerlas para saber gestionarlas, es fundamental para que el proceso de cambio no se atasque y encuentre sus salidas. En el caso que los problemas, propios de cada etapa vital, superen a la persona que los vive o a sus familiares, no avancen y se desarrollen hacia nuevas etapas, conviene consultar a un profesional de la psicología, ya que la psicoterapia está especialmente indicada para estos problemas.
